5 jul 2011

Más cuentos, más imaginación, más creatividad, más de mi Corazón!!!!

Siguiendo el objetivo de sembrar el espíritu conservacionista en los niños y que amen nuestro Planeta Tierra, aquí les dejo este lindo cuento infantil:

Mr. Dog y Little Ball






Un día, casi amaneciendo, se encontraba Mr. Dog, realizando sus ejercicios matutinos, antes de que saliera completamente el sol; en compañía de su dueño. Mr. Dog, disfrutaba al máximo estas largas caminatas, que ambos solían realizar, mínimo tres veces a la semana muy temprano de mañana. Pero ese día en especial, lo marco de una manera particular para el resto de su vida. Mientras salían a caminar, su dueño decidió tomar otra rutas para variar un poco el camino, comenzaron muy bien pero a medida que iban caminando, Mr. Dog se estaba dando cuenta de que estaban en un sitio demasiado sucio y feo, tan sucio, que ya comenzaba a impacientarse, al darse cuenta que sus pies estaban todos embarrados, y que el mal olor inundaba el ambiente. El se preguntaba: - Qué clase de lugar será este que está tan sucio y feo? Por qué será que los que aquí viven lo tienen así? Y mientras Mr. Dog pensaba en lo que veía, su dueño se paró para conversar con alguien a quien él nunca antes había visto. Mientras, Mr. Dog, estaba parado junto a su amo, empezó a escuchar un quejido y un llanto y con su olfato comenzó a dar vueltas y vueltas, buscando quien era el que lloraba y se quejaba, cuando entre unas cajas viejas de cartón llenas con basura, comida podrida y con muy mal olor, se encontró con un pequeño ratoncito, el cual estaba angustiado, temeroso y muy sucio, al verlo Mr. Dog le dijo: - Qué le pasa querido ratoncito? Y este muerte de miedo retrocedió, quizás pensaba que el perro se lo podía comer. Pero Mr. Dog viendo su actitud le dijo: -No temas, no te haré daño, yo soy un perro bueno y muy generoso, pero dime qué tienes, qué te pasa, porqué estas tan sucio? En vista de que el perro lo trato con tanto cariño, el ratoncito se le acerco y le dijo: - Hola Señor perro, yo me llamo Little Ball, y estoy aquí solo, perdido y con mucho miedo; este lugar es horrible, sucio y con habitantes muy extraños. No les importa nada, tiran basura donde sea, no limpian nunca y siempre están gritando y haciendo mucho ruido. Sabe?, decía el ratoncito. –Yo me perdí de mi dueño, soy un hámster blanco, aunque no lo parezco y mi amo es una hermosa niña que me cuida y me quiere muchísimo, pero un día por terco, me salí de la casita que ella me tenía para mi y decidí dar un paseo y mire usted, hasta donde llegué. Estoy totalmente perdido, muerte de hambre, solo y muy sucio. – Mr.Dog muy callado lo miraba, pensaba y le dijo, podrás venir conmigo creo que se donde tú vives, y es muy cerca de mi casa, allí en un árbol una niña puso una foto del hámster que se le había perdido, y ella esta muy preocupada por ti. – De verdad señor perro, - no me llames así, me llamo Mr. Dog, decía el señor perro, con su voz gruesa. –Ok respondía el ratoncito, y a la vez decía – está usted seguro que me podrá llevar? – Claro que si. Le respondía Mr. Dog. Y a la vez le decía al pequeño; - Hay que hacer algo para tratar de acabar con esta suciedad que existe aquí en este lugar, y con la del mundo también, no puede ser que los seres en general no tengan conciencia del daño que se hacen así mismos y a todo el planeta tierra, comportándose de esta manera. No sólo todo se ve feo, sucio y viejo, contaminan el ambiente, con gases y malos olores; lo peor es que no tienen respeto ni por ellos mismos. Se puede ser pobre, pero limpio, con conciencia. No es posible que los seres que habitamos este planeta tan hermoso lo estemos destruyendo. Debemos hacer algo y hacerlo ya? Y tendremos que ser los animales los que empecemos a dar el ejemplo con nuestros hechos y con nuestra propia naturaleza de ser animal, que ésta vida nos ha dado. – Little Ball se lo quedó mirando y asombrado le dijo: - Mr. Dog que bonito habla usted y estoy totalmente de acuerdo con todo lo que usted dice, pero como se logrará eso? Entonces Mr. Dog, le respondió enfáticamente: - La única manera es dando el ejemplo, tenemos que hacer que los seres humanos se den cuenta del inmenso daño que hacen y se hacen así mismo, tenemos que tratar por todos los medio que observen nuestro comportamiento para que entiendan que hay que ser agradecidos con la madre naturaleza, con la creación de nuestro planeta que tanto nos da y que no se puede acabar con ella. Es una excelente forma, ya que ellos siempre están estudiando el comportamiento de los animales, bueno por allí podremos llegarles. Le avisaremos a todos los animales del planeta, lo haremos por medio de los mensajes, cada raza con su raza, para tratar en lo posible de que cuando ellos nos estén estudiando o analizando se den cuenta que nosotros jamás destruimos a la naturaleza a nuestro medio ambiente, todo lo contrario estamos aquí porque somos parte de ella y colaboramos con sus ciclos para preservarla. – Excelente idea le dijo el ratoncito, Little Ball, yo haré lo que a mi parte corresponda y alertaré a todo los otros tipos de roedores que se crucen en mi camino y así sucesivamente. – Igual yo, dijo Mr. Dog. – Entonces trato hecho, si dijo Little Ball, trato hecho. Así ambos realizaron un pacto de amor y amistad para lograr ayudar al planeta tierra a que pueda durar muchos millones de años más, tal cual es, con su naturaleza, con su energía, con todos los seres que lo habitan. Y cuando ya terminaron de caminar de vuelta a la casa de Mr. Dog, éste limpió al pequeño hámster y se lo dio a su amo, para que el se diera cuenta que el Hámster era de la hermosa niña que vivía en la casa de al lado, devolviéndoselo y quedando todos muy contentos y felices. Pero lo mejor de todo fue que se hicieron amigos para toda la vida y poseían un pacto hermoso lleno de una inmensa generosidad por siempre.

Realizado y escrito por:

Lila Machado Tarre

Un Nuevo Cuento, Para un Nuevo Día, Para un despertar hermoso. En las más pura tónica de Volar sin Alas.

Isabelle y las Estrellas.



Siempre hacia lo mismo todas las noches, Isabelle antes de dormir, solía sentarse al pie de la ventana de su cuarto a observar las estrellas que están en el cielo. Y siempre le preguntaba a su hermana, cómo puedo hacer para poder tener esas estrellas conmigo, para que me alumbren siempre en la oscuridad. La hermana se reía y cariñosa le decía, de la misma manera todas las noches. Isabelle, ven dame un beso y acuéstate, que las estrellas son de Dios para que él, desde allá arriba, pueda iluminarnos en las oscuras noches de nuestro planeta. Isabelle corría se le tiraba encima y le daba un beso en la mejilla. Luego se iba a su camita y se acostaba, pero antes de dormirse le decía a Dios: Diosito, yo se que las estrellas que están en el cielo son todas tuyas, pero tu tienes muchas, porqué no me regalas tres de ellas, es que me da mucho miedo la oscuridad y esa luz es tan linda, por eso las quiero aquí conmigo, para cuando me despierte en la noche, las pueda sacar y así me iluminen y tener más miedo. Ella se quedaba esperando alguna respuesta de Dios, pero no recibía nada, solo sabía que la luz que emanaba de esas estrellas la hacían sentirse tranquila, y muy bien. Un día Isabelle se enfermó y le descubrieron una enfermedad incurable en la sangre, los médicos no les daban muchas esperanzas de vida a sus padres, pero ellos tenían una fe inmensa de que Isabelle lograría salvarse y estar de nuevo viva, sana y feliz como siempre había sido. Ingresada en un hospital especial de niños, Isabelle dormía, cuando de repente comenzó a sentir una luz muy fuerte, y abrió los ojos, y era su luz, esa luz que ella siempre quiso tener consigo, ahora podía verla, la estaba envolviendo toda y la llenaba de una energía que la impresionaba, ella reía y reía y decía entre risas gracias Diosito yo sabía que tendría una pronta respuesta de tu parte, gracias, me has hecho muy feliz. Isabelle se reía tan duro que las enfermeras corrieron a ver lo que pasaba y cuando abrieron la puerta del cuarto quedaron atónitas de lo que estaban viendo, una luz sumamente fuerte que no cegaba, ni quemaba, que envolvía a Isabelle y la hacía brincar y saltar y reírse a carcajadas sin poder contenerse. Y un olor a flores y jardín impresionante, las enfermeras cayeron al suelo incrédulas y asombradas, e Isabelle aprovecho ese momento de júbilo y le dijo a Dios: gracias por la luz pero donde están las estrellas, y tres pétalos de rosas blancas cayeron a sus manos y en ellas estaban dibujadas una estrella en cada uno, las estrellas más hermosas pintadas jamás vista en la historia y con ese hermoso regalo dios le dijo, aquí esta lo que tanto me has pedido, por lo que siempre has soñado, tu serás una niña estupenda que vivirá para el amor eterno y lo único que enseñarás en tu camino será el amor puro y verdadero, como la única herramienta que se necesita para poder ser libre y totalmente feliz, tu has sabido amar, tu has tenido fe, crees con amor y por eso has logrado tu sanación. Ahora sabes cuál es el camino y tu vida será un gran milagro de amor. Ella siguió bailando, riéndose y gozando hasta que poco a poco la luz mermó y muy sonriente y feliz se recostó en la cama con las manos juntas donde guardaba los pétalos y los puso sobre su corazón, quedándose completamente dormida pero feliz. Sus padres fueron llamados por las enfermeras que aun no sabían lo que había pasado, ellos llegaron corriendo a ver a su hija, y la consiguieron profundamente dormida, con las manos unidas puestas en el corazón y se asustaron, por un momento pensaron lo peor, pero no, respiraba y se veía feliz, así que decidieron esperar hasta el amanecer para preguntarle a Isabelle que le había sucedido esa noche. Cuando Isabelle se despertó y vio en su cuarto a sus padres y a su hermana, les dijo feliz, padres me he curado, Dios ha estado aquí conmigo y me ha traído lo que siempre he querido, las tres estrellas que yo veía desde la ventana de mi cuarto, los padres asombrados se postraron al lado de su cama y asombrados veían los pétalos con las estrellas dibujadas que Isabelle les estaba enseñando y en acción de agradecimiento se arrodillaron y le dieron gracias a Dios de semejante milagro. Juntos rezaron y Isabelle no paraba de contarles todo lo que había sentido, visto y hablado con Dios, y ellos solo lloraban de felicidad y emoción, cuando los médicos de Isabelle llegaron a verla para saber qué era lo que había pasado, le dijeron a sus padres que le iban a realizar otros analices ya que tenían que cerciorarse que todo estaba bien, mientras Isabelle les decía, yo me he curado me lo ha dicho Dios, me lo ha regalado. Yo no tengo nada de eso, estoy segura, Dios está conmigo y siempre lo estará y él me ha llenado de amor con lo que todo se cura., esa es la medicina decía Isabelle, el amor, es la única medicina que cura el alma y la vida. Los médicos le realizaron las pruebas y con asombro y desconcierto Isabelle no tenía nada, salía como si jamás en la vida hubiese tenido algo. Estaba como si nunca le hubiese pasado nada. Era un gran milagro un milagro de amor, de la inocencia,de la pureza del tener fe, de creer pero creer con amor, con el corazón. Isabelle conservo por siempre sus tres pétalos de rosas blancas y nunca se le dañaron y nunca se le rompieron, ni siquiera secas se pusieron, al pasar de los años seguían estando tan finas, sedosas , olorosas y brillantes como ese día cuando del cielo se las dieron. Sus estrellas estaban con ella iluminándole su largo camino y recordándole el gran milagro de amor que había vivido.

Por:

Lila Machado Tarre

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